lunes, 5 de abril de 2010

13) EL HONGO MISTERIOSO


El biólogo Otto Lewin, en su Catálogo de fenómenos naturales, da cuenta de uno de los seres de comportamiento más filosóficamente misteriosos creados por la naturaleza. Se trata del hongo Rymus, y Lewin así lo describe: “Crece y se desarrolla en la corteza de los grandes árboles y, observado atentamente, en él sólo pueden distinguirse un montón de seres separados y de conducta ajena y diferente entre sí. No parecen de ninguna manera un organismo complejo, sino células actuando con dirección y destino propios. En un momento de un proceso que la ciencia aún no puede determinar, todos esos seres individuales reciben un llamado y comienzan a unir sus destinos. Como si el caos aparente fuera sólo la apariencia de un orden más profundo, todas las células se encuentran en un rumbo común y forman un organismo coherente con un destino colectivo. Nadie ha podido todavía explicar el comportamiento de los Rymus”.

Al igual que los hongos Rymus, las células individuales que conformaban esa marabunta humana rodeando la capital argentina recibieron ese misterioso e inexplicable llamado interior al orden y la unión. Nunca pudo precisarse con exactitud el caudal de aquella masa: los cálculos más exagerados hablaban de cinco millones de individuos y quizá la cifra aún se quedase corta. Lo cierto es que en los días previos al ataque final, luego de recibir mortales golpes asestados por las fuerzas del ejército aún leales al gobierno, diezmados por el hambre y las enfermedades, el síndrome organizativo se fue consolidando. Locos, enfermos incurables, heridos, suicidas, héroes anónimos formaron las primeras líneas del avance, las que ineludiblemente habrían de ser arrasadas en las primeras confrontaciones.


El 15 de diciembre por la noche la marabunta tenía el sonido de un avispero. Nadie dormía, todo bullía. Los defensores supieron que la batalla final estaba por comenzar. El 16 de diciembre se inició el asalto.

Enrique Symns - “Invitación al abismo”

Fotos: Hongo

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